El ser humano siempre ha necesitado plasmar en un soporte físico sus pensamientos, su entorno, los acontecimientos de su vida. Desde los pictogramas de las cavernas hasta los libros electrónicos actuales, se han utilizado los más variados soportes que se tenían disponibles: piedra, hueso, madera, metal, fibras vegetales,… Grabados, o con la aplicación de pigmentos animales o vegetales, eran un medio para perpetuar en el tiempo las vivencias, historia y conocimientos de cada época.
Tablillas de arcilla
3.000 años antes de nuestra era, en Mesopotamia, ya se utilizaban tablillas de arcilla para ‘garabatear’. Los escribas utilizaban un estilete en forma de cuña sobre las tablillas húmedas, que posteriormente se dejaban secar a la intemperie o se cocían para endurecerlas y que el documento perdurara en el tiempo. Algunos documentos especialmente importantes se extendían por múltiples tablillas. El tipo de escritura utilizado por estos escribas se denomina cuneiforme (forma de cuña) y se mantuvo durante unos 2.000 años.
Rollos de papiro
Mientras, en el antiguo Egipto, el papiro surgió como soporte para la escritura. Se obtenía del tallo de la ‘planta del papel’ (Cyperus papyrus) que se cortaba en láminas y se dejaba secar, adquiriendo la apariencia de lo que hoy conocemos como papel. Los egipcios extendieron el uso del papiro en numerosas aplicaciones -principalmente en tejidos- pero la utilización del papiro como registro de textos fue lo más extendido y que más perduró en el tiempo.
Al igual que en Mesopotamia, la función de la escritura estaba destinada a los escribas, quienes utilizaban un pincel o una pluma para escribir en los rollos de papiro. Estos rollos podían estar compuestos por hasta 20 hojas de papiro que se pegaban una a continuación de la otra (la crónica del reinado de Ramsés sobrepasaba los 40 metros). Sin embargo, a diferencia de las tablillas de arcilla, los rollos de papiro eran un soporte frágil y con tendencia a sufrir daños. No obstante, se han hallado rollos datados en 2.500 años A.C., aunque lo más probable es que ya se utilizaran con anterioridad a esa fecha. También se utilizaban rollos de papiro en la antigua Grecia y en la época del Imperio Romano.
Ostracon
El papiro no era la única opción para la escritura en el antiguo Egipto.
Los ostraca (ὄστρακα, plural de ostracon ὄστρακον) eran trozos de cerámica o piedra caliza que se utilizaban generalmente para hacer anotaciones sobre asuntos de negocios, aunque también se usaron a modo de bloc de dibujo. Los griegos y los hebreos también utilizaron los ostraca como soporte de escritura.
Tablillas de bambú y Rollos de seda
Los chinos crearon tablillas de bambú o madera, que eran enlazadas con algún tipo de cordel. Los hallazgos sugieren que surgieron hacia el 1300 A.C., o quizás antes, puesto que muchas de esas tablillas no habrán superado el paso del tiempo. Tampoco ayudó mucho a su conservación el emperador Shihuangdi: en el año 213 A.C. ordenó la quema de la mayoría de los libros que no estaban en su poder.
Aproximadamente sobre la misma época que las tablillas, los chinos también utilizaban rollos de seda para la escritura. Aunque estos rollos no siempre se enrollaban sobre un cilindro, algunos de los documentos escritos en seda se doblaban en rectángulos, como es el caso de los encontrados en el yacimiento arqueológico de Mawangdui datado en el siglo II A.C. Los documentos, tanto en tablillas como en rollos de seda, abarcan una gran variedad de temas que van desde la medicina a la poesía y la filosofía.
Tablillas de cera
Las tablillas de cera supusieron una revolución respecto de las tablillas de arcilla de Mesopotamia, gracias a los antiguos griegos y romanos. El uso de las tablillas de arcilla entrañaba cierta dificultad; la preparación y almacenaje de los papiros era complicado. Pero ¿y cubrir una tablilla de madera con cera caliente que, cuando se enfriaba, proporcionaba una superficie lisa y suave para escribir?. Simple y además barato.
La durabilidad era un pequeño inconveniente, pero también suponía una ventaja: la cera podía volver a fundirse o alisarse y la tablilla estaba lista para usarla de nuevo. Griegos y romanos, así como los europeos durante la Edad Media, utilizaron estas tablillas para dejar constancia de documentos importantes. Su principal ventaja era la flexibilidad, muy similar al papel o las ‘tablillas’ electrónicas actuales.
Códices
El códice fue la última parada en el camino hacia el libro impreso moderno. Representó una innovación que hoy nos resulta difícil reconocer como tal: ¿por qué molestarse en escribir en la superficie aparentemente interminable de un rollo de papiro cuando puedes apilarlo sobre sí mismo y juntarlo todo por uno de sus laterales? Eso era el códice.
Ofrecía un acceso fácil a cualquier punto dentro del texto; era compacto y fácil de transportar; y podía contener una gran cantidad de información -en el anverso y reverso de la superficie- en un espacio físico reducido. El códice era especialmente adecuado para almacenar y presentar los evangelios del Nuevo Testamento; su uso se consolidó en Europa después de la época de Cristo. Los primeros códices se escribían a mano y estaban hechos de vitela o pergamino (ambos materiales tienen más historia que los códices) o, con posterioridad, papel. Los códices coexistieron con los rollos durante varios cientos de años, pero en el siglo IV -impulsado por la difusión y consolidación del cristianismo en Europa- se impuso el códice como soporte de escritura. Fueron utilizados de forma generalizada hasta mediados del siglo XV, cuando Gutenberg contribuyó a marcar el comienzo de una era: el libro impreso, utilizando tipos móviles, sobre papel y cosido en el lomo; un formato que ha perdurado hasta la actualidad.
Texto adaptado del artículo original publicado por JE Luebering en Britannica.com