Hace unos días recibí de mi prima Margarita de Gijón una receta de elaboración muy sencilla para hacer “Suspiros de Torazo”. Se trata de una receta tradicional, de las que se pasan de madres a hijas durante varias generaciones, para hacer unas pastas caseras de mantequilla, estilo mantecadas, que están deliciosas. Según me dijo, a ella se la entregó “hace mil años” una amiga suya originaria de Torazo, una localidad de Asturias.
Suspiros de Torazo, un dulce evocador para viajar a la infancia

Receta de elaboración muy sencilla. Su sabor y textura te transportarán a los mejores momentos de tu infancia. Con las proporciones de ingredientes que indico salen unas 40 unidades
El nombre de suspiros le viene que ni pintado, porque cada bocado te hace cerrar los ojos y suspirar con la evocación de tiempos de tu infancia. Cuando un amigo probó estas pastas dijo experimentar el fenómeno llamado “magdalena de Proust”, esa sensación de viajar a la infancia a través de los sabores.
A mí me sucede lo mismo. Cuando saboreo una de estas pastas, me evoca recuerdos de mi infancia, cuando visitaba a mi abuelo en El Carbachón durante las vacaciones de verano. Recuerdo que íbamos a merendar a casa de una amiga de mi madre en Los Cuarteles de Orallo y siempre nos ofrecía unas mantecadas que me resultaban deliciosas.
También me traen recuerdos de cuando visitaba a mi tía María en Valdeavellano, el pueblo de mi padre. Durante las fiestas, era costumbre que las mujeres fueran a preparar los dulces al horno de leña de la panadería del Sr. Quirico. Yo solía encargarme de poner los papelillos de las magdalenas y alguna otra cosa sencilla. El aroma de aquel lugar ha quedado asociado para siempre en mi memoria al sabor del pan recién hecho y las mantecadas, las magdalenas y otros dulces que se cocinaban en ese horno de leña.
Por eso, te animo a probar esta receta. También te harán suspirar y hasta te lleven de viaje por tus propios recuerdos. Como verás, su elaboración es muy sencilla y te aseguro que su sabor y textura te van a entusiasmar.
Ingredientes
- 125 gr. mantequilla
- 125 ml. aceite
- 125 gr. azúcar
- 1 huevo (solo la yema)
- 500 gr. harina de fuerza
Preparación
En un bol grande mezcla la mantequilla en punto de pomada con el azúcar con la ayuda de una lengua de silicona. A continuación incorpora el aceite poco a poco, removiendo a la vez, y la yema de huevo batida. Mezcla todo bien.
Añade un tercio de la harina y mezcla para conseguir una consistencia fina sin grumos. Hay que seguir añadiendo harina hasta que puedas manejar la masa con la mano. En mi receta pone que hay que poner tanta harina “como pida” la masa… A mí “me pide” casi 500 gramos.
Continúa añadiendo harina hasta formar una bola que puedas amasar y que no se quede pegada al bol ni a las manos.





A continuación, toma pequeñas porciones de masa y forma pequeñas bolitas. Coloca las bolitas en una bandeja de horno cubierta con papel de hornear. Una vez distribuidas en la bandeja (5 x 4 filas), presiona ligeramente la masa con las manos para darles la forma y el tamaño de una galleta.
Es mejor utilizar dos bandejas de horno, ya que, mientras se hornea una tanda, puedes ir preparando la siguiente.
Introduce la bandeja en la parte media-baja del horno, que debe estar previamente precalentado a 180 °C. y hornea las pastas durante 20 minutos, vigilando que no se doren en exceso. Al finalizar la cocción, saca la bandeja del horno y espolvorea las pastas con azúcar antes de pasarlas a una rejilla para que se enfríen. Recién salidas del horno son muy frágiles, así que utiliza una paleta para depositarlas cuidadosamente sobre la rejilla.
Conservación
Con esta receta se obtienen aproximadamente 40 pastas. Una vez que se han enfriado por completo, puedes guardarlas en una lata metálica o en otro tipo de recipiente cerrado. Se conservan en perfecto estado durante varios días.
Ahora solo queda disfrutar de estas deliciosas pastas caseras, perfectas para acompañar un café en buena compañía y seguro que os transportarán a los sabores tradicionales de siempre.

