La Edad de la Ciencia

La Edad de la Ciencia

Nuestra época se distingue por referencias continuas a la ciencia, todos consideramos que la ciencia es uno de los mayores logros de nuestra civilización, que hay que apoyar y fomentar. Aunque, a la hora de la verdad, nuestro apoyo y confianza puede que no sea tan fuerte y entusiasta. Expongo a continuación una breve versión de cómo llegamos ahí, qué es la ciencia, qué no es y cuál es su valor.

En «Diálogo sobre el Método», reflexionaba Feyerabend sobre como los inventores de los mitos iniciaron nuestra cultura:

«El hombre de la edad de piedra era ya un ‘homo sapiens’ plenamente desarrollado, tenía ante sí problemas tremendos y los resolvió con gran ingenio. A la ciencia se la estima por sus conquistas, así que no olvidemos que los inventores de los mitos descubrieron el fuego y los medios para conservarlo. Domesticaron a los animales, crearon nuevas clases de plantas e identificaron las especies … Inventaron la rotación de los cultivos y desarrollaron un arte que puede competir con las mejores creaciones del hombre occidental.” [Paul K. Feyerabend “Diálogo sobre el Método” pg. 104]

Necesitamos respuestas

Como todos sabemos, por propia experiencia, tenemos cierta tendencia a establecer relaciones causales aunque lo que quizá no sepamos es que esta tendencia se muestra ya desde edades muy tempranas.

“Algunos experimentos han demostrado que niños de seis meses ven la secuencia de sucesos como una relación causa-efecto, y manifiestan sorpresa cuando la secuencia es alterada (Albert Michote ‘The Perception of Casuality’). Es evidente que estamos predispuestos desde que nacemos a tener impresiones de causalidad que no dependen de razonamientos sobre patrones de causación.” [Daniel Kahneman “Pensar rápido, pensar despacio” pg. 106]

PensadorUno de los resultados más curiosos de todo lo descrito es que intentamos conocer las causas de todo, incluso, si es necesario las inventamos con tal de completar el cuadro. Multitud de relatos y explicaciones míticas servirían de ejemplo pero el caso mejor documentado de nacimiento de una religión son los “Cultos Cargo” de Nueva Guinea, descritos detalladamente por Marvin Harris en “Vacas, cerdos, guerras y brujas” (Cap. El «cargo» fantasma pg. 91). La historia resumida es esta:

En algunas islas ocupadas por los americanos durante la Segunda Guerra Mundial había pequeñas instalaciones de radio que recibían los suministros mediante lanzamientos con paracaídas desde aviones; los indígenas de estas islas llegaron a entender que los equipos de radio eran algún tipo de comunicación y conjeturaron que se empleaban para hablar con los “dioses” que eran los que enviaban el “cargo”.
Cuando los americanos abandonaron las islas, llevándose sus equipos con ellos, dejó de llegar el “cargo” por lo que los indígenas intentaron construir sus propios equipos de comunicaciones (con cañas y otros elementos vegetales) para volver a entablar contacto con los “dioses”: había surgido una religión.

Puede que estas explicaciones míticas sean validas para la mayoría durante algún tiempo pero tarde temprano alguien las pondrá en duda, alguien cuestionará el rito si no se obtiene el resultado que se pretende y en este punto es donde nos encontramos con el nacimiento de un pensamiento científico. Tal como lo expone Popper queda así:


“La ciencia, podríamos decir tentativamente, comienza con teorías, prejuicios, supersticiones y mitos. O, más bien, comienza cuando el mito es objeto de desafío y se quiebra, esto es, cuando algunas de nuestras expectativas se ven frustradas.”

[Karl Popper “El mito del marco común. En defensa de la ciencia y la racionalidad”. Conferencia “Ciencia: problemas, objetivos, responsabilidades” (versión revisada de conferencia en la Federación de sociedades americanas de biología experimental 17–04–1963) pg. 124]


Si no lo veo, no lo creo

Nigel Barley, en el libro “El antropólogo inocente” cuenta una conversación con un “brujo de la lluvia” Dowayo (Camerún) acerca de las “piedras de lluvia”. La conversación comienza cuando Nigel le presenta una canica y le pregunta ¿Podría causar lluvia esta piedra?

“Mirándome perplejo, respondió: ‘¿Cómo quieres que lo sepa? Para ver si funciona tendría que probarlo. No puedo decírtelo hasta que lo haya probado’. Sacudió la cabeza claramente extrañado de que esperara que hiciera afirmaciones que no se basaran en la experiencia directa.” [Nigel Barley “El antropólogo inocente” pg. 196]

Parece evidente que aquí se establece una relación causal incorrecta lo que nos lleva directamente a un problema fundamental: La interpretación de nuestras experiencias nos puede proporcionar conocimientos fiables y no fiables. Para determinar la fiabilidad necesitamos, además, algún método experimental con el que podamos controlar las distintas variables que pueden influir en el resultado. Esto es lo que conocemos como epistemología (teoría de los fundamentos y métodos del conocimiento científico). Como es muy difícil explicar qué es la ciencia sin entrar en complejas explicaciones, voy a recurrir a una explicación diseñada, explícitamente, para ser comprendida por legos en la materia. Ha sido elaborada por 72 científicos muchos con el Nobel (física, química, medicina y fisiología), 17 academias estatales norteamericanas de la ciencia y otras 7 organizaciones científicas americanas:

“«La ciencia se dedica a formular y comprobar explicaciones naturales de fenómenos naturales. Es un proceso de recogida y clasificación sistemáticas de datos del mundo físico que luego se categorizan y estudian en un esfuerzo por deducir los principios de la naturaleza que mejor explican los fenómenos observados» […] «El fruto de la labor científica es un corpus cada vez mayor de observaciones que ofrecen información sobre los ‘datos’ subyacentes. Los hechos son las propiedades de los fenómenos naturales. El método científico implica la comprobación rigurosa y metódica de principios que podrían ofrecer una explicación natural de esos hechos»”

Extracto del informe ‘amicus curiae’ aportado al proceso de Luisiana que desestimó la enseñanza del creacionismo como doctrina científica en los colegios americanos [Michael Shermer “Por qué creemos en cosas raras” pg. 256]

ciencia experimentar
‘An experiment on a Bird in an Air Pump’. Joseph Wright of Derby. National Gallery (London)

Podemos afirmar que la ciencia no tiene “todas” las explicaciones sino sólo las mejores explicaciones posibles dado el estado del conocimiento en cada momento. Podemos también afirmar que ninguna explicación científica es definitiva, todas son revisables, corregibles y además se espera que sean revisadas y corregidas. En este sentido, la ciencia es exactamente lo contrario de la religión, con su predilección por las verdades inmutables.

“… en particular la sumisión a algún sistema de lógica es necesaria pero no es una garantía de que se obtenga la verdad. Además de la racionalidad, exigimos de los enunciados de las ciencias fácticas que sean verificables en la experiencia, sea indirectamente (en el caso de las hipótesis generales), sea directamente (en el caso de las consecuencias singulares de las hipótesis). Únicamente después que haya pasado las pruebas de la verificación empírica podrá considerarse que un enunciado es adecuado a su objeto, o sea que es verdadero, y aún así hasta nueva orden.” [Mario Bunge, “La ciencia, su método y su filosofía” pg. 4]

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